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JORNADAS SOBRE DESPOBLACIÓN Y CULTURA TRADICIONAL

Segovia, 3-4 de mayo de 2019.

Organizadas por UNED-Centro de Segovia, CSIC, Instituto González Herrero- Diputación de Segovia

Las consecuencias de la despoblación en la España Interior que ya se anticipaban en la década los 70 se exponían sobre todo en términos de deterioro demográfico y económico. La percepción desde las comunidades rurales apuntaba más bien a un horizonte sin ellos, es decir, sin gente, sin nadie. Ha sido, está siendo, en todo caso un proceso gradual en el que sobre la despoblación se ha encabalgado una serie dedebilitamientos, deterioros, pérdidas…, pero también resistencia, persistencia,retornos, intentos de reanimación y de recuperación e incluso alguna ocasional situación de hiperactividad y ebullición social.

Las descripciones demográficas son demoledoras pero insensibles, ciegas y sordas ante el drama personal y social de la experiencia de abandono y soledad que se ha ido generalizando y profundizando en esos pueblos. Hay muchos procesos insuficientemente reflejados en las cifras de la despoblación. Algunos de ellos evidentes tienen que ver con las instituciones y prácticas de lo que se tenía como cultura tradicional. El deterioro y la pérdida de éstas se venía percibiendo antes de que se intensificara la despoblación, y afloraban a menudo en las tensiones intergeneracionales casi en cualquier campo de la vida económica y social. Y así, en muchas poblaciones, con los que migraron a las ciudades y la desaparición de algunas personas mayores que se tenían como habilidosos en las prácticas tradicionales, se fue debilitando la trama social que mantenía activas algunas de las actividades más destacadas de la cultura tradicional. Población reducida, ausencia de personas capacitadas y activas y de los mayores que ejercían como orientadores y garantes. Pero sobre todo se materializó la ruptura de la secuencia de la socialización, la disolución de los compromisos de aprendizaje, la quiebra en la línea de la trasmisión entre generaciones. Y no sólo, algunas personas se mantuvieron activos, otros retenían sus conocimientos y habilidades e hicieron transmisión de ellos a personas que se lo demandaron, en parte algunos aprendizajes se desplazaron a talleres y escuelas, etc.

Ciertamente, encabalgada a la despoblación se ha producido una des- patrimonialización material e inmaterial. Pero también ha habido y hay nuevos intentos de repatrimonialización. Y la patrimonialización ha adoptado otras formas, como la musealización, los talleres de experiencia, etc. Y se han ofertado incluso como alternativas para el ocio urbano y para el espectáculo en un mercado competitivo.

La cultura tradicional también ha proporcionado fortaleza a la persistencia y a la resistencia durante el proceso de despoblación con la revitalización de prácticas y de instituciones. Y ha potenciado la creación de asociaciones y dinamizado a grupos sociales en compromisos de cooperación y sostenibilidad.

Mientras tanto la cultura tradicional se ha ido guardando en archivos, inventarios, repertorios, publicaciones periódicas y libros, audiovisuales, blogs, etc. como si fuera una memoria externa, autónoma.

Esta mixtura compleja y fluida entre despoblación y cultura tradicional es el objeto de reflexión y discusión de estas Jornadas.

La convocatoria -además de a investigadores y expertos- se dirige también a asociaciones y grupos implicados y a vecinos de las poblaciones afectadas.

Honorio M. Velasco. UNED. Director

Pedro Tomé. CSIC. Coordinador

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